La política de drogas ’loca’ de Canadá

El 26 de abril, la provincia dijo que quiere que el gobierno federal "recriminalice" el consumo de drogas en espacios públicos como hospitales, parques y autobuses. En su intervención desde el piso, el Sr. Poilievre culpó a la despenalización de drogas del gobierno de Trudeau el año pasado en Columbia Británica por alimentar una crisis y lo vinculó a las 2,500 muertes por drogas anuales en la provincia. En particular, el Sr. Poilievre estaba molesto por el deterioro en la calidad de vida de niños, familias, trabajadores hospitalarios y cualquier persona que use el transporte público. El Sr. Poilievre, miembro del Partido Conservador, expresaba su indignación de que Ottawa no esté actuando.

La guerra contra las drogas, ya sea en EE. UU. o en Canadá, es un fracaso colosal porque se enfoca en interceptar el suministro mientras la demanda sigue siendo robusta. Entre las consecuencias no deseadas de la prohibición, cuando la demanda es inelástica, está que el éxito en reprimir el suministro hace que el negocio de narcóticos ilegales sea más rentable. Los cárteles corrompen a las fuerzas del orden, contratan mulas y compran armas, aviones pequeños, submarinos desechables y equipos de alta tecnología. Las democracias pobres con instituciones frágiles no son rival para el crimen organizado bien financiado.

Los legalizadores quieren sacar el dinero del negocio. El grupo de la templanza argumenta que elimina…  r la prohibición aumentará el uso. La despenalización se ha ofrecido como un término medio para evitar que los adictos vayan a la cárcel donde es poco probable que superen su problema. Pero el objetivo de la despenalización importa. Si es simplemente para permitir el uso, puede empeorar las cosas.

En una visita a Vancouver en 2007, presencié los efectos perjudiciales de una política provincial de drogas que ayudaba a los usuarios de heroína a inyectarse drogas con agujas limpias mientras aseguraba que nadie "juzgaría" su adicción. En ese momento, el Insite patrocinado por el gobierno, en el Downtown East Side de la ciudad, era la única clínica legal de inyección en América del Norte. Las aceras frente a la clínica estaban "llenas de adictos", escribí en un artículo titulado "La galería de tiro de Canadá". "Durante cuadras en ambas direcciones, toda la humanidad lucía enferma, demacrada, empobrecida y derrotada. En la penumbra de una mañana de domingo lluviosa y nublada, sentí que había entrado en uno de los círculos internos de sufrimiento de Dante", donde los recursos estatales se utilizaban para permitir la destrucción personal. Las cosas han empeorado bajo la despenalización.